PEDANTE DE LA IGNORANCIA
Hoy de manera absurda, como casi todo lo que se me ocurre, me he hecho a mí mismo una pregunta... ¿Con qué te quedarías? ¿con las realidades o con las sensaciones?. No me he sabido contestar.
Creo que vivimos, o mejor no voy a generalizar, creo que vivo a caballo entre la realidad rutinaria y la realidad que quiero percibir, osea, las sensaciones. Yo ya no sé con que quedarme, creo que una sensación casi siempre contradice a la realidad. Por ejemplo, de una tarde que uno ha pasado cojonuda con amigos, la novia o con quien sea, siempre se quedará con ese último sabor de boca, si ella no te ha dado un último beso por despiste, si querías fumarte un último porro con los amigos antes de irte a casa y no has podido, eso es con lo que en muchas ocasiones se queda uno, con el último detalle, con la minucia de algo que está nublando a una tarde cojonuda.
Yo intento, aunque casi nunca pueda, destilar las sensaciones para quedarme con las realidades. A veces me parece como si en el día a día todos fueramos actores, simular que no estás jodido por algo cuando lo estás, que estás en clase atendiendo cuando no paras de mirar el reloj que parece parado o aparentar que andas sobrio cuando apenas te tienes en pie, eso es innato y de alguna manera necesario. ¿Qué es sino un desengaño? la huída de esa realidad ficticia creada en nuestra mente y el asomar de la realidad que siempre hemos tenido delante pero que no hemos querido captar por el hecho de ser algo más felices.
Supongo que lo mejor será ver la realidad tal y como nos viene, a pesar de su dificultad, porque cada día nos enfrentamos a lo contrario, desde un telediario hasta cuando alguien habla con nosotros en el autobús a pesar de que le caigas como el culo.
Ahora mismo mi realidad ficticia esté siendo probablemente el decir que quiero ver la realidad a pelo cuando mañana estaré de nuevo actuando encima del escenario. Al menos ahora durante unos minutos me he creido estar por encima de eso, mañana será otro día.
En el ambiente: El ventilador del ordenador.
Creo que vivimos, o mejor no voy a generalizar, creo que vivo a caballo entre la realidad rutinaria y la realidad que quiero percibir, osea, las sensaciones. Yo ya no sé con que quedarme, creo que una sensación casi siempre contradice a la realidad. Por ejemplo, de una tarde que uno ha pasado cojonuda con amigos, la novia o con quien sea, siempre se quedará con ese último sabor de boca, si ella no te ha dado un último beso por despiste, si querías fumarte un último porro con los amigos antes de irte a casa y no has podido, eso es con lo que en muchas ocasiones se queda uno, con el último detalle, con la minucia de algo que está nublando a una tarde cojonuda.
Yo intento, aunque casi nunca pueda, destilar las sensaciones para quedarme con las realidades. A veces me parece como si en el día a día todos fueramos actores, simular que no estás jodido por algo cuando lo estás, que estás en clase atendiendo cuando no paras de mirar el reloj que parece parado o aparentar que andas sobrio cuando apenas te tienes en pie, eso es innato y de alguna manera necesario. ¿Qué es sino un desengaño? la huída de esa realidad ficticia creada en nuestra mente y el asomar de la realidad que siempre hemos tenido delante pero que no hemos querido captar por el hecho de ser algo más felices.
Supongo que lo mejor será ver la realidad tal y como nos viene, a pesar de su dificultad, porque cada día nos enfrentamos a lo contrario, desde un telediario hasta cuando alguien habla con nosotros en el autobús a pesar de que le caigas como el culo.
Ahora mismo mi realidad ficticia esté siendo probablemente el decir que quiero ver la realidad a pelo cuando mañana estaré de nuevo actuando encima del escenario. Al menos ahora durante unos minutos me he creido estar por encima de eso, mañana será otro día.
En el ambiente: El ventilador del ordenador.