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Not big deal

20 noviembre 2007

Los kilos de la noche...

La eterna lucha en la oscuridad o con la luz de una vela o con el sonido de la televisión, da igual, los pensamientos se hacen fuertes con el silencio.

Sigo con mi batalla, los párpados haciendo lo posible para coger peso y mi cerebro alimentándose de un desvelo que ya parece eterno. A solas conmigo mísmo, con las horas y minutos cebándose a mi costa, circulando por un bucle donde todos los puntos sirven de entrada pero ninguno de salida.

Cada día odiando un poco más la autoconversación pero cada día con una mayor necesidad para mantenerla, porque solo mis oidos entenderán lo incomprensible, solo la idea de hacerme a mi mísmo fomenta mi ansia y todo con la tranquilidad de que mis pensamientos son los únicos que aguantarán conmigo hasta el final, pensamientos que cada día me minan un poquito más.

Cuántas veces habré escuchado que perdemos un tercio de la vida durmiendo cuando para mi ese tercio es la victoria. Porque si lo peor que puede pasar es dirigir y producir películas de miedo en forma de pesadilla por mí dormiría durante dos tercios de mi vida.

Los kilos de la noche, el peso que tanto pesa, lo abstracto que hace desaparecer personas, el lugar donde el silencio solo es interrumpido por el silencio. Ya son las mantas las que retienen el peso de mis ojos y las que me hacen ver que el descanso no es más que la cortina que silencian esas pequeñas voces que te darán un empujoncito por cada amago de cansancio.

Se me ocurren tantos calificativos para este sentimiento que ya desconozco los reales y los irreales... un poco de sigur ros y un sueño agradable sobre mi cabeza y me doy cuenta de lo pobre de la realidad con el único y escaso optimismo que para conseguir que algo sea posible hay que intentar una y otra vez lo imposible.