Los desdenes del destino, los caminos se abren a la vez que se desdibujan las líneas de la carretera. Mi cielo se encapota por mucho que luzca el sol y siento que ya solo dependo de pequeños detalles ya que los grandes son demasiado obvios.
Porque un alma desangra cuando algo de tu sangre se va, sin risas ni llantos, solo el pesar de sentirte desubicado y con la rabia y la pena contenidas en frascos invisibles.
Y a todo esto, ando desconcertado, buscando la forma de medir la fragilidad de las personas... o quizás la mía propia, solo rota al escupir un puñado de palabras que jamás llegarán al único destino idealizado en mi cabeza.
No me hundirán los recuerdos, ellos dibujarán la sonrisa en mi cara, no hoy, ni tampoco mañana pero esos acordes de guitarra que no recuerdo son lo que más presente tendré en mis memorias. A pesar de todo, a pesar de lo que duele poner final a una historia todavía inacabada, a pesar de las distancias y con el pesar de recordar tu voz... tan débil y tan dulce a la vez.
Porque otra vez será la isla la que naufrague y no el naúfrago.