.comment-link {margin-left:.6em;}

Not big deal

20 noviembre 2007

Los kilos de la noche...

La eterna lucha en la oscuridad o con la luz de una vela o con el sonido de la televisión, da igual, los pensamientos se hacen fuertes con el silencio.

Sigo con mi batalla, los párpados haciendo lo posible para coger peso y mi cerebro alimentándose de un desvelo que ya parece eterno. A solas conmigo mísmo, con las horas y minutos cebándose a mi costa, circulando por un bucle donde todos los puntos sirven de entrada pero ninguno de salida.

Cada día odiando un poco más la autoconversación pero cada día con una mayor necesidad para mantenerla, porque solo mis oidos entenderán lo incomprensible, solo la idea de hacerme a mi mísmo fomenta mi ansia y todo con la tranquilidad de que mis pensamientos son los únicos que aguantarán conmigo hasta el final, pensamientos que cada día me minan un poquito más.

Cuántas veces habré escuchado que perdemos un tercio de la vida durmiendo cuando para mi ese tercio es la victoria. Porque si lo peor que puede pasar es dirigir y producir películas de miedo en forma de pesadilla por mí dormiría durante dos tercios de mi vida.

Los kilos de la noche, el peso que tanto pesa, lo abstracto que hace desaparecer personas, el lugar donde el silencio solo es interrumpido por el silencio. Ya son las mantas las que retienen el peso de mis ojos y las que me hacen ver que el descanso no es más que la cortina que silencian esas pequeñas voces que te darán un empujoncito por cada amago de cansancio.

Se me ocurren tantos calificativos para este sentimiento que ya desconozco los reales y los irreales... un poco de sigur ros y un sueño agradable sobre mi cabeza y me doy cuenta de lo pobre de la realidad con el único y escaso optimismo que para conseguir que algo sea posible hay que intentar una y otra vez lo imposible.

13 noviembre 2007

What else

Cuántas horas quedan para que acabe la noche.
Cuánto fuego aguantará ese arbol antes de quemarse.
Cuántos caminos toma un mismo destino.

... Las nubes niegan a marchar y sobre mi cabeza la lluvia cae en forma de horas. Siento mis pasos como los de un trapecista, aventurados y firmes, pero que cada vez que mira hacia abajo es consciente de la hostia que puede caer, entonces es cuando los pasos dejan de adquirir dichos calificativos para dejarse aliñar por el miedo.

A veces todo resulta tan abstracto que resulta complicado organizar ideas, no hay tiempo para nada. Cuando las aguas estan calmadas los peces están intranquilos y por ello debería aprender a analizar todos los puntos de vista, hasta donde la vista alcance.

Ya no son los pulmones los que me hacen respirar porque la motivación y la seguridad son el único motor que necesito, porque cada desahogo va precedido de un ahogo y de nada sirven los flotadores sino sabes nadar.

Puede que haya llegado el momento de estar preparado, de que acostumbrado a tanta sorpresa llegue un punto en que la única sorpresa sería el no sorprenderme, de ahí mis mil mezclas con los unicos sabores del optimismo y el pesimismo.

Intentar es un paso tan grande que realmente decepciona cuando se ve que no se ha avanzado, como estar cansado y sin sueño, como querer y no tener.

Mi pala seguirá cavando, solo queda saber si encontraré algo antes de romperla...

08 noviembre 2007

Dentro de la pecera


Tu eres mi excusa...

07 noviembre 2007

Sheep counter


Al final siempre tiene que arroparse uno mismo...

05 noviembre 2007

Un puñado de palabras

Mil y un defectos a corregir, empadronado en el barco de las ilusiones y las paranoias, porque escribir es desahogo y el ahogarse es algo que suele doler.
La cadena de pensamientos es algo que suele pesar, de un folio en blanco podría derivar una guerra entre corsarios y sicarios, todo por inventar una historia que se que ha sido creada como consecuencia de un desvelo o de una fumada, eso poco importa.

Procuro aprender a que en la vida real el crear historias de la nada puede tener peores consecuencias que el mero entretenimiento, pero en ocasiones me planteo el aprender a aprender, puede que después de eso tenga que pensar menos en que decir o en como actuar. Esto no es más que la rutina diaria, o más bien nocturna, de creer que puedo cambiar fallos o defectos. Puede que todo venga innato, puede que la seña de identidad de cada uno sea lo que otra persona puede llegar a detestar, aunque no hay nada peor como detestarse, en ocasiones, a uno mismo.

Yo mientras tanto voy enlazando quimeras hasta cerrar un círculo de dudosas intenciones. Creo formas en mi cabeza que luego soy incapaz de pasar a un simple papel.
Por ello intento batallar cada día, una pequeña guerra contra esos virus que hay en mi cabeza que muchas veces me impiden ser un poco más feliz.
A lo mejor en la ignorancia está el alivio, pero esos pequeños virus nacen del autoengaño que no hacen más que alimentar el cerrojo de ese círculo.

Por todo ello busco la manera de sentarme a charlar conmigo mismo, evitando esos largos silencios que casi siempre duran toda una noche. En busca de un motivo que me motive a caminar, algo que me haga ser capaz de dibujar esas simples figuras, todo por ser capaz de poder mirarme al espejo y porqué no, esbozar una leve sonrisa, con la seguridad de que hoy las cosas van a ser un poco mejor, de que hoy, quizás, sea el día en que he cambiado por lo menos uno solo de esos fallos, y así acostarme con la satisfacción de que solo me quedarían mil defectos por corregir.